Sabemos que la
primera celebración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora fue el 19 de
marzo de 1911 en
Alemania,
Austria,
Dinamarca y Suiza.
Sabemos también que tuvieron que pasar muchos años para que, en 1972 la Asamblea
General de la Organización
de las Naciones Unidas (ONU)
declarase 1975 como “Año
Internacional de la Mujer” y
que, en 1977, invitase a los Estados miembros a declarar un día como “Día
Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional”.
No nos vamos a
referir al personaje Lisístrata de Aristófanes como un personaje señero porque
se nos podría decir que se trata de eso, de un personaje probablemente
inventado –cosa que tal vez pueda ser discutida por los estudiosos‑ pero sí
podríamos mencionar a Hipatia de Alejandría, astrónoma y matemática que fuera
asesinada vilmente y quien es hoy el paradigma de la mujer científica y libre, verdadero icono de la libertad de pensamiento y la autonomía personal de la mujer.
Mujeres de diversas épocas, de las más distintas culturas,
incluso verdaderas guerreras como fue el caso de Chañan Curicoca, mujer
cuzqueña que a fines del siglo XIV, cuando las tropas chancas estaban a punto
de tomar la capital incaica, salió a combatir al lado del inca Pachakuti y contribuir
a la desbandada del enemigo.
La mujer combatiente se vio también en la Revolución
francesa reclamando la igualdad social pidiendo «libertad,
igualdad y fraternidad». Recordemos
que fue durante la Revolución francesa Olympe de Gouges redactó, en 1791, la “Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana”.
Podríamos
extendernos mucho más pero lo que nos interesa es el día de hoy, el día de hoy
en España y en nuestro idioma en esta fecha tan señera en la nos vemos en la
triste necesidad de comentar que durante los más de tres siglos de existencia
que tiene la Real Academia de la Lengua, y a pesar de los grandes talentos
femeninos que ha producido España, solo diez mujeres han ocupado un sillón en ella.
Pues bien, hoy, ocho
de marzo, es el Día Internacional de la Mujer no solo en España sino en muchos
países –que no todos‑ y es cosa sabida pero ¿aceptada? No podemos estar tan
seguros de ello por lo menos en nuestro idioma, porque si nos atenemos a la
realidad actual en que vemos que la palabra paridad
se pretende utilizar como sinónimo de igualdad.
¿En qué nos basamos para afirmar esto?
Pues, ni más ni menos que en el diccionario de la Real Academia, en el cual
encontramos que, para definir la palabra paridad, leemos «1. f. Comparación de algo con otra cosa por ejemplo o símil. / 2. f.
Igualdad de las cosas entre sí. / 3. f. Econ. Valor comparativo de una moneda
con otra.»… “algo con otra cosa, cosas entre sí”, “una moneda con otra”…
¡Vamos! Que de personas, nada.
Eso es lo que nos
dice nuestro diccionario, pero ¿y la Academia?... todo indica que más de lo
mismo si nos atenemos a las cifras reales: en más de tres siglos de existencia
los sillones de la Academia han sido ocupados por más de mil hombres y solo por
diez mujeres y solo por diez mujeres. Dicho con otras palabras ¡Menos del diez
por ciento! Y de estas diez tres ya han fallecido.
Esperemos que, de una vez por todas, veamos que los académicos deciden ampliar las acepciones de la palabra «paridad» y ampliar, de paso y ya que estamos, el número de académicas.
Esperemos que, de una vez por todas, veamos que los académicos deciden ampliar las acepciones de la palabra «paridad» y ampliar, de paso y ya que estamos, el número de académicas.
Mujeres miembros de la Real Academia de la Lengua
Carmen Conde Abellán (Cartagena 1907-Madrid 1996) fue la primera mujer académica en 1979.
Elena Quiroga deAbarca (Santander, 1921 - La Coruña, 1995), en 1983.
Ana María Matute Ausejo (Barcelona 1925 - 2014) en 1996.
María del Carmen Iglesias Cano (Madrid, 1942) en 2000, historiadora. Actualmente es directora de la Real Academia de la Historia.
Clara Janés Nadal, escritora, poetisa y traductora (Barcelona 1940),
en 2015
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